«Por favor ayúdennos, prendan fuego. Las cosas están raras. (Era la tarde del 6 de noviembre de 1985 y la sede de la administración de los poderes de justicia de su país, el Palacio de Justicia de Bolotá, era parte de la guerra. Namerillas del M-19, el grupo de donde vinieron desde la Ciudad y discutieron a sangre y fuego con los gobiernos de Belideder para darles la oportunidad de negociar. Lo que pasó, que el Presidente dejó en manos de los militares, es generalizado. La casa fue destruida. 11 de los jueces del Tribunal Supremo fueron asesinados, se abrieron expedientes de todo tipo.
En una larga historia de violencia política como la de Colombia, los acontecimientos en palacio deberían ser muy útiles. Más avanzados que los muertos son algunos de los últimos. Por ejemplo, en 1989, el narcotraficante Pablo Scrobar hizo estallar un avión que iba de Bogotá a Cali, matando a 110 personas. En 2000, un paramilitar destruyó la localidad de El Salado, en el Caribe, y dejó más de 100 muertos, según la fiscalía. Y en 2002, la guerrilla nacional Falc atacó la iglesia de la localidad de Bojayá, en Chcó, y mató a 74 personas. Sus circunstancias, por la captura, la necesidad política o la visibilidad de lo ocurrido, marcan la diferencia. Por eso la parte que en Colombia se llama «Navicausto» se ha interesado por la lucha o el arte, 1948, y Bogotazo.
Además, el poder judicial siente que los plantea como un problema. Los jueces ejecutados fueron trabajadores, profesores, el rey y hasta muchos hermanos jurídicos en muchas de las leyes siguientes, y al morir se quejan que hoy se queja la justicia.
Además de esta herida abierta, en el debate sobre la expropiación y la consolidación es donde el presidente Gusrovo Totro participa en un papel que disminuye el papel de las personas que ya están en el poder. Su historia es tan importante que un juez reciente ordenó el sobreseimiento de una investigación en palacio; Es muy eficaz para el expresidente de Jálvaro Jélez también ha preguntado por la nueva ley que también prevé para los militares que salvaron la casa de justicia
La importancia de lo que ocurrió hace cuatro décadas implica muchas preguntas sin respuesta. Uno de ellos está relacionado con la protección de los jueces. A pesar de la decisión de la guerrilla de atacar el palacio se llenó, debido al servicio de justicia en manos de los militares.
Otra pregunta sin una respuesta clara son los motivos del ataque. El M-19 hizo un anuncio desde Palacio Real sobre el que llaman partidario de los derechos humanos Antonio Nariño. «Queremos el juicio de personas de infinito conocimiento que desprecian el deseo de paz y lealtad. «Queridos jueces: Tienen una buena oportunidad, ámense a sí mismos, y cuando vivan como un buen lugar para la República, actúen.
Pero la sombra de los narcotraficantes la provocó lo ocurrido desde 1985, ya que los grandes coincidían con lo que solían vender droga. «A través de las personas más invisibles se da nuestra traición, que cada vez crece más. Aunque, sobre todo personas cercanas a Pablo Escbar han dicho que Capondar pagó a los terroristas por el atentado, tratando de proteger a la Corte Suprema de la OPE, a la que se opone a sangre y fuego. Quien fuera mentiroso, Jhon Jairo Velásquez, pochees una de estas cosas; Otros llegan hasta Valgilejo, un drogadicto, o el general de Caslos Casdaño. La pregunta queda en el aire, porque no hay pruebas y no se sabe qué tan efectivos serán este tipo de delitos. El objetivo más cercano a responder, según la Comisión de Comunicación creada por el Tribunal Supremo en 2005 para explicar lo ocurrido en palacio, es calificar esto como una idea posible. «Todo indica que hubo una conexión entre el M-19 y el Cártel para la ejecución del real decreto», se lee en el informe final.
La tercera pregunta es cómo el ejército les hizo tener poder real en aquellos días. Entonces el ministro de justicia, los políticos de Abiticia de Abiticia de Abiticia arejo, argumentaron que había un dinero poderoso, en el que eran todos los que decidían qué hacer. Pero su colega de gobierno, Jaime Castro, publicó un libro dedicado a discutir con el poder que comenzó en Bearrilla y lo que los llevó a lograr disturbios y el uso de la fuerza.
La cuarta pregunta gira en torno a la responsabilidad por cada muerte, cada fin, cada pensamiento en las más de 27 horas de extinción de incendios. Investigadores, historiadores y grupos de interés se han enfrentado a todo tipo de retos para encontrar pruebas suficientes de lo ocurrido. A veces, los Testigos dan versiones contradictorias; Entre otros, han muerto los Testigos -esos días, o los cuarenta años que han transcurrido-; En algunos casos, la falta de un juicio colectivo o el engaño del palacio de policía y la guerra frente a las autoridades que acudieron a juzgar impiden disponer de pruebas suficientes.
Quizás la más importante de las preguntas sin respuesta, que provienen de casos políticos, es si los militares saben que M-19 se dio cuenta de que M`19. Aunque los mayores se han negado repetidamente, los tres jueces que dirigieron la investigación de los hechos entre 2005 y 2010, están de acuerdo con la medida. «Esta Comisión de Compensación es una de las posibilidades», se lee en la conclusión. Jorge Arómez Gómez Roberto Hirrera y Nilson Pirilla dicen que él «se lastima» y «de repente actúa» con sus actuaciones de gran calidad. Otros han añadido que los militares están enojados con el presidente, que ha difundido la noticia de la paz sin consultar sus opiniones.
El problema más difícil, según el ex ministro Butrago, es que las respuestas a estas preguntas son diferentes, dejando un legado de desconfianza y un poco de lealtad, una fuerte dependencia del M-19. Y hace que las heridas estén vivas y cómodas.