
Los jóvenes son la alegría y esperanza de la Iglesia en el Paraguay y en el mundo, destacó el cardenal paraguayo Adalberto Martínez, quien presidió hoy la misa en el marco del quinto día del novenario de Nuestra Señora de la Asunción.
“También los Diáconos son la alegría del servicio y esperanza de la Iglesia en el Paraguay y del mundo. Bienvenidos a la alegría, y se siente profundamente en el corazón, el júbilo, el jubileo de celebrar esta fiesta eucarística”, expresó.
Recordó lo que decia el Beato Carlo Acutis, joven italiano conocido por su amor y devoción a la Eucaristía: “La Eucaristía es la autopista para llegar al cielo”, y explicó que la autopista, las calles que caminaron esta mañana, peregrinando como un solo pueblo, una sola familia, en oración y reflexión, los introdujo a la puerta del templo para experimentar el camino del cielo, alimentándose de la fuerza vital de la fe.
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Cardenal insta a no convertir al humano en mercancía
El cardenal dijo que en ese silencio adorante también experimentamos la transfiguración del campo, ruta iluminada hacia y desde el cielo, y que en medio de otros cielos oscuros y amenazantes, de guerras y discordias, es posible otro cielo despejado de males, cielos de esperanzas, de un mundo de fraternidad y solidaridad.
“Un cielo de constelaciones armónicas de lo creado, en sintonía con la armonía del Amor Creador. Oraciones unánimes con corazones latiendo al unísono con el Corazón de Jesús”, destacó.
Adalberto Martínez reflexionó sobre como dejamos que la tecnología y los instrumentos hoy decidan por nosotros, en como y con quien vincularnos, perdiendo así los lazos estables con nuestro entorno.
“El Papa les decía: como saben hoy en día, hay algoritmos que nos dicen lo que tenemos que ver, lo que tenemos que pensar, y quienes deberían ser nuestros amigos. Cuando el instrumento domina al hombre -dijo el Papa-, el hombre se convierte en un instrumento: un instrumento de mercado y a su vez en mercancía. Solo relaciones sinceras y lazos estables hacen crecer historias de vida buena. La valentía de elegir surge del amor que Dios nos manifiesta en Cristo”, remarcó.
Jesús vino a servir
El cardenal recordó que es Dios quien nos ha amado con todo su ser salvando el mundo y mostrándonos así que el camino para realizarnos como personas es dar la vida, por eso el encuentro con Jesús corresponde a las esperanzas más profundas de nuestro corazón, porque Él es el Amor de Dios hecho hombre.
Enfatizó que dónde está el tesoro de uno, está su corazón, donde está el Divino Corazón de Jesús, inclinado compasivamente, empáticamente, hacia sus tesoros, hermanos enfermos, pecadores, ovejas perdidas y discriminadas por las injusticias y las codicias opresoras, de ayer, de hoy y siempre.
“La diaconía es el delantal de Jesucristo, que no vino a ser servido, sino a servir. Y la diaconía, el servicio, este delantal es atuendo, uniforme y característica de todos los cristianos, a modo de Jesucristo vestido y revestido de este delantal y rodillas que se inclina para lavar nuestros pies”, recordó.
Servir a los pobres
Adalberto Martínez recordó que el Papa León XIV habla de como Jesús es el amigo que siempre acompaña en la formación de nuestra consciencia.
“Queridos jóvenes -respondió el Papa León XIV-, Jesús es el amigo que siempre nos acompaña en la formación de nuestra conciencia. Si realmente quieren encontrar al Señor resucitado, escuchen su palabra, que es el Evangelio de la salvación. Reflexionen sobre su forma de vivir y busquen la justicia para construir un mundo más humano. Sirvan a los pobres y den testimonio así del bien que siempre nos gustaría recibir de nuestros vecinos. Adoren a Cristo en el Santísimo Sacramento, fuente de vida eterna. Estudien, trabajen y amen siguiendo el ejemplo de Jesús, el buen Maestro que siempre camina a nuestro lado”, enfatizó.
Por último, invitó a pedir a Dios que se quede siempre con nosotros, porque sin Él no podemos hacer el bien que deseamos.
“Les invitó a pedir al Señor en sus oraciones: “quédate con nosotros, Señor. Quédate con nosotros, porque sin ti no podemos hacer el bien que deseamos. Tú quieres nuestro bien; de hecho, tú eres nuestro bien. Quienes te encuentran también quieren que otros te encuentren, porque tu palabra es una luz más brillante que cualquier estrella, que ilumina incluso la noche más oscura””, concluyó.