
Un estudio reciente del Banco Mundial (BM) y UNICEF revela que aproximadamente 412 millones de niños menores de 18 años en el mundo viven en hogares con ingresos inferiores a 3 dólares diarios en 2024. Aunque desde 2014 la pobreza infantil extrema ha disminuido, cuando alcanzaba los 507 millones la reducción ha sido más lenta que en la población adulta. Los niños representan más de la mitad de las personas en pobreza extrema, pese a constituir solo el 30% de la población mundial.
Las brechas regionales son marcadas. En África subsahariana habitan más de 312 millones de niños pobres extremos, lo que equivale a casi tres cuartos del total global, con una tasa cercana al 52%, nivel similar al de hace diez años. En contraste, Asia meridional y Asia oriental lograron avances significativos: en Asia meridional la pobreza extrema infantil se redujo más de la mitad entre 2014 y 2024. Por el contrario, Oriente Medio y Norte de África experimentaron un retroceso: su tasa infantil de pobreza extrema subió de 7,2% en 2014 a 13,3% en 2024.
Los últimos datos de Unicef estiman que más de la mitad de las personas en situación de pobreza en América Latina tienen menos de 25 años, a pesar de que este grupo representa el 39% de la población total. En términos absolutos, alrededor de 94 millones de niños, niñas, adolescentes y jóvenes son pobres, lo que equivale al 52% del total de personas en pobreza. Mientras que la incidencia es especialmente grave entre los menores: el 43% de los niños y niñas vive en situación de pobreza, es decir, 4 de cada 10 menores de 15 años. En contraste, entre la población de 25 años o más la tasa se reduce al 23,1%.
La encrucijada de la pobreza infantil en América Latina tiene un reflejo claro en Paraguay, donde las cifras muestran avances moderados, pero todavía insuficientes. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2022 la población de niños y adolescentes de 0 a 17 años alcanzaba 1.833.000, cifra que se mantuvo relativamente estable en 2023 y 2024. El dato central es la persistencia de la pobreza: en 2022, un 8,9% de la niñez vivía en pobreza extrema y un 26,2% en pobreza no extrema. Aunque en 2023 hubo una leve reducción, con 7,3% en pobreza extrema y 24,8% en pobreza no extrema, el 2024 no consolidó el mismo ritmo: los porcentajes se situaron en 6,7% y 23,0% respectivamente. El resultado es que, pese a los avances, un tercio de los menores de edad sigue creciendo en hogares pobres.

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Para América Latina y el Caribe, el reto es doble. La región debe consolidar los avances contra la pobreza adulta y, al mismo tiempo, aplicar medidas específicas orientadas a la niñez. El desafío es transformar el crecimiento económico en verdadera inclusión social, priorizando a los niños más vulnerables para evitar que la desigualdad limite el desarrollo futuro.
* Este material fue elaborado por MF Economía e Inversiones.