En una semana, el alcalde de Sevilla, el popular José Luis Sanz -que gobierna en minoría- ha pasado de pensar que contaba con el apoyo de Vox vinculado a los presupuestos municipales de 2026 a verse obligado a retrasar la reunión que cuestionará su aprobación para encontrar tiempo e intentar cerrar el acuerdo fallido. Rápidamente se convocó el pasado lunes a este viernes pero se retrasará hasta el día 23. Motivo: El partido de Abascal no quiere una imagen que haga visible el acuerdo con el PP en vísperas de las elecciones extremeñas, donde los valores extremos del partido apoyan a un candidato popular.
«En toda discusión presupuestaria hay acuerdos políticos que equivalen a la aprobación del presupuesto. El PP no tiene nuestro sí», advirtió la portavoz del pueblo de Vox, Cristina Peláez, el pasado martes, apenas un día después de que el PP aprobara en la Comisión de Hacienda 16 de los 18 cambios que presentó a la cuenta municipal para 2026. Con estas declaraciones, el líder del partido de extrema derecha quiso negar que todos los partidos estuvieran de acuerdo en el fin económico. Además, Peláez puso dos cosas encima de la mesa para ayudarle: baja Entonces de la zona de bajas emisiones de La Cartuja, la prohibición de cámaras de vigilancia -hay que pagar multas- siempre que los niveles de contaminación superen los establecidos por la Unión Europea; y fortalecer los protocolos de identificación del registro municipal. «No queremos que entren inmigrantes ilegales en el registro», afirmó el concejal ultra, sin dar ningún dato que confirme que el registro es una forma de registrar a los extranjeros.
Estas dos líneas rojas sorprendieron al grupo de gobierno municipal, que consideró que la aprobación del 90% de los cambios propuestos por Vox era una señal clara de que el PP lograría un consenso en la cuenta. Fuentes populares confirman que estas dos peticiones no se cumplirán. En el caso de las zonas bajas en carbono, porque se trata de una medida regida por la legislación europea que también puede interferir en la llegada de fondos europeos para otros proyectos y que, en cualquier caso, no puede ser aprobada por el presidente de la Junta, Juan Manuel Moreno, que, a las puertas de las elecciones autonómicas, no quiere ver la intromisión de los ecologistas desde que llega al jefe del Gobierno. Revolución.»
El Ayuntamiento tampoco tiene competencia para regular el empadronamiento, advierten fuentes de la ciudad. «Todo aquel que tenga NIF, NIE y DNI y acredite documentalmente que reside en un domicilio en Sevilla, tiene derecho a ser empadronado, ya sea extranjero o español», señalan los entrevistados. El Gobierno de Sevilla interpreta estas dos exigencias de Vox como una forma de dejar la puerta abierta a que su dirección nacional se oponga al acuerdo presupuestario. «La migración ilegal y el plan 2030 y sus dos argumentos electorales», señalan muchas de las fuentes consultadas, que destacan que esto es similar a lo que la derecha quiere en otras ciudades, como Zaragoza, para aprobar sus cuentas nacionales -en la capital aragonesa la eliminación de la zona de desmantelamiento se ha convertido en zona de desmantelamiento-.
Los presupuestos actuales son fruto de una colaboración con Vox que fijó su visión sobre política social. Consiguió incrementar el número de grupos antiaborto y programas pro-natalidad, entre ellos la oficina de la mujer, cuya líder, elegida por Vox, es María Pastor, una abogada antiaborto que era la número tres de la lista del Senado en Sevilla. Las 16 enmiendas que discutió el PP el pasado lunes fueron las mismas. Todos ellos incluyen la reducción del Ministerio de la Mujer, planes similares a la cooperación al desarrollo por el aumento del apoyo a las mujeres, dotar de presupuesto para cheques por hijos, incentivar a los jóvenes a que se dediquen a la pintura sacra, incrementar los actos en los días de la Inmaculada Concepción y de San Fernando -patrón de Sevilla-, o impulsar la citada oficina contra el aborto. El traspaso incluye también la creación de tres nuevos museos: Semana Santa, Flamenco e Historia de Sevilla, además de gastar dinero en el Festival Internacional de Cine -que Vox ha estado intentando frenar-.
Sin embargo, el alcalde de Sevilla no está en la misma posición importante respecto a Vox y sabe que da igual lo que se discuta -el pasado miércoles se reunió durante más de dos horas y media y sólo sirvió a Vox para forzar la suspensión del congreso-, porque en el partido quien tiene la última palabra es su presidente, Santiago Abascal. El Ayuntamiento puede hacer trampa para seguir con las cuentas a través de una pregunta creíble vinculada al presupuesto, una herramienta que ya se utilizó en 2024 y que la ley permite utilizar sólo una vez en un mismo periodo, siempre que no sea el año anterior. Con este sistema podrás tener un presupuesto para el próximo año y ampliarlo hasta 2027.
Para el grupo liderado por José Luis Sanz, retrasar la aprobación de las cuentas es un retorno porque su objetivo era que el asunto estuviera resuelto antes de final de año. «O tenemos un entendimiento de aquí al lunes o ya lo sabes», dijeron al periódico fuentes de Vox sobre el avance de las negociaciones. El número de desplazamientos en el ayuntamiento de Sevilla, además de la convocatoria y los resultados de las elecciones en Extremadura, también puede provocar un problema en la elección del presidente de Andalucía, que acude a las pruebas y a las elecciones del año que viene con mucha gente a la que pregunta precisamente el poder de Vox, que ha estado escribiendo distancia todo el tiempo. La última palabra, en cualquier caso, la tendrá Abascal.